Palabras de placer by Elena Montagud

Palabras de placer by Elena Montagud

autor:Elena Montagud [Montagud, Elena]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2015-10-10T04:00:00+00:00


18

Dania se lleva a la boca un trozo de lechuga y la mastica con una sonrisa sin dejar de mirarme. Remuevo la pasta de mi plato también con una risita tonta. Parezco una adolescente. Pero después del fin de semana que he pasado con Héctor, no puedo sentirme de otra forma. Todavía noto sus dedos recorriendo toda mi piel, sus labios besando cada rincón hasta tocar mi alma, sus suspiros, su voz penetrando en mi mente, su sexo explorándome, las palabras de amor que me dedicó.

Ya no puedo dudar más: todo va a ir bien.

—Así que follasteis mucho —dice Dania todo lo alto que puede.

Miro a la gente de alrededor. A una mesa que está muy cerca de la nuestra está sentada una pareja madura. La mujer nos observa con horror. Inclino la cabeza, como pidiendo disculpas. La señora pone mala cara y después se centra en lo que su marido le está diciendo.

—Pues sí, pero es lo normal.

—Qué va, ya quisiera yo. Llevo casi un mes sin nada. ¿Te parece normal? Vamos, que no puedo creer que a ti te la estén clavando más que a mí.

Otra vez la mujer que se vuelve. No, si al final nos llamarán la atención y se me caerá la cara de vergüenza. Regaño a Dania con la mirada.

—Pues gracias, oye. Pero ya iba siendo hora de que mi vida sexual fuese plena, que mira que me pasé tiempo con Ducky como único compañero.

—Tía, no digas «ya era hora», que desde el verano pasado estás que lo das todo. Y mírame… Al final, tendré que pedirte el pato.

—Pues no haber dejado a Aarón —la ataco.

Dania suelta un bufido y se cruza de brazos. Aprovecho que se ha callado para comerme mis macarrones, que se me van a quedar helados.

—Bueno, cuéntame un poco cómo fue, ¿no?

—Muy bonito —respondo con voz soñadora—. El lugar era precioso, la casa lujosa y la bañera no te digo nada. También hay una chimenea y una alfombra en el suelo, todo muy sensual. La verdad es que, a excepción del paseo que dimos el sábado por la noche, no hicimos mucho más. Estuvimos recuperando el tiempo perdido.

—Joder, qué bien… —suspira, luego pincha una rodaja de tomate, pero, antes de llevársela a la boca, dice—: ¿Habéis hablado sobre lo de…?

La freno con un dedo alzado. Lo muevo de un lado a otro ante su rostro. Arruga las cejas y se encoge de hombros. No, no y no. No le permito que mencione a ése para nada. Está lejos, muy lejos de mi mente. Ahora mismo sólo somos Héctor y yo y lo que sentimos el uno por el otro. Y me basta.

—Pues nada, a ver si me encuentro con un tío que me alegre las penas.

—Dania, cualquier tío puede alegrarte lo que tú quieras, pero quizá tu corazoncito está pidiéndote otra cosa.

—¿Crees acaso que no quiero enamorarme? —Se riza un mechón de fuego—. Lo que ocurre es que no encuentro a nadie realmente interesante.

—A mí Aarón me lo parece.

—No congeniamos.

—¿Y por qué se te ve celosa cuando tontea con otras tías?

No responde.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.